miércoles, 24 de diciembre de 2014

Roscos de vino

Hoy os voy a enseñar una receta muy especial para mí, es con la que preparo los roscos de vino para mi madre. En casa prácticamente sólo le gustan a ella, y siempre compraba unos poquitos porque le encantan, así que una forma de demostrarle lo mucho que la quiero, fue aprender a prepararlos y llenarlos de amor para ella. Además, como todo lo hecho en casa, sabe mucho mejor.

Necesitaremos:
  • 500 gr de harina
  • 200 ml de aceite de oliva virgen extra
  • 130 gr de azúcar
  • 125 ml de vino tipo moscatel (si no os gusta podéis usar un vino blanco dulce)
  • Una cucharada de anís dulce
  • Azúcar glass
  • Canela
  • Semillas de sésamo tostado
  • Un limón y una naranja (es opcional por eso no está en la foto)


Lo primero será tostar la harina, esto podéis hacerlo como yo en una sartén anti-adherente sin nada más y removiendo sin parar, con una cuchara de madera, hasta que empiece a cambiar de color y huela ligeramente a tostada o bien extendiéndola en la bandeja del horno y dejándola unos 10 minutos a temperatura bajita. (Se puede hacer perfectamente sin tostar la harina si no os apetece, pero en este caso usad 400 gr de harina de fuerza).


Por otro lado tenemos que freír el aceite, esto se hace poniéndola en un cazo al fuego y esperando hasta que empiece a humear o vaya a romper a hervir. Yo le añado la piel de una naranja mientras se fríe para darle sabor y sobre todo aroma, porque el aceite huele muy intenso.


Separaremos del fuego, dejaremos templar y echaremos el aceite sobre la harina y empezaremos a mezclar. A continuación añadiremos el azúcar, el vino dulce y una cucharada colmada de anís dulce. Empezaremos a formar la masa.


Antes de ligar la masa totalmente añadiremos la canela al gusto (una cucharadita puse yo), dos cucharadas grandes de semillas de sésamo y la ralladura de un limón, con cuidado de no rallar la parte blanca.


Ahora sí que vamos a mezclar hasta ir formando una masa homogénea y cuando no se pueda con la cuchara, seguiremos con las manos. Es una masa jugosa pero no pegajosa, y se trabaja muy bien. Está un poco caliente, así que además es agradable.


Prepararemos la bandeja del horno con una hoja de papel vegetal y precalentaremos el horno a 180º con calor arriba y abajo.

Ayudándonos de dos hojas de papel anti-adherente vamos a estirar la masa con un rodillo hasta dejarla de aproximadamente 1 cm de grosor. Cortaremos con lo que tengamos a mano, yo he usado un cortapastas redondo y para el centro, el descorazonador de manzanas.


En el horno en aproximadamente 10 minutos están hechos, veréis que se ponen doraditos (cuidado no los queméis).  


Yo los saco a una rejilla y en caliente los rebozo en azúcar glass por todos lados, para que se deshaga un poquito y quede bien pegada a toda la superficie.


Ahora lo más difícil es esperar a que se enfríen sin pegarles un bocado ;)


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