Sabéis que soy adicta a hacer pan en casa, y poco a poco voy experimentando con sabores y texturas, así que esta vez os traigo un pan de calabaza, super sencillo y perfecto para desayunar con mermelada de naranja amarga. Hay ingredientes, como la zanahoria o la calabaza, que tradicionalmente no se han utilizado para las recetas dulces en España, pero que se encuentran en muchas recetas internacionales; merece la pena probar, descubriremos sabores diferentes y deliciosos.
- 500 gr de calabaza pelada y limpia
- Un sobre de levadura de panadería
- 2 cucharaditas de miel
- 500 gr de harina
- 2 cucharaditas de sal
- Agua de la cocción de la calabaza
Para incorporar la calabaza a nuestro pan es necesario convertirla en puré, para ello la herviremos durante 20 minutos aproximadamente, hasta que esté blandita, y con ayuda de una cuchara o un tenedor la machacaremos. (También podéis hacerlo en el microondas con un poco de agua, es más rápido).
Sólo queda colarla bien, porque la calabaza tiene mucha agua y sino será muy difícil conseguir que la masa para el pan no sea pegajosa. Reservaremos.
Por otro lado vamos a poner medio vaso (aprox. 50-60 ml) de agua de la cocción de la calabaza, y en ella desharemos el sobre de levadura y la miel.
En un bol grande pondremos la harina y la sal, mezclaremos un poquito y haremos un volcán en el centro. Incorporaremos la mezcla anterior y la calabaza. Ahora sólo queda mezclar todo con una espátula hasta que se forme un masa pegajosa. Será necesario incorporar agua de la cocción de la calabaza, porque queda muy seca inicialmente, pero hacedlo muy poco a poco, porque enseguida se humedecerá en exceso y os costará mucho conseguir la masa adecuada. (Yo he incorporado la misma cantidad que la utilizada para deshacer la levadura).
Volcaremos sobre la encimera y amasaremos durante 10 minutos, incorporando la harina que nos vaya pidiendo la masa. Una vez boleada colocaremos la masa en un bol y la taparemos con film transparente para que doble su volumen en un sitio cálido y sin corrientes de agua (aproximadamente 1 hora).
Pasado este tiempo, volcaremos de nuevo en la encimera y golpearemos la masa para sacar el aire y bolearla de nuevo. En la bandeja de horno colocaremos una lámina de papel vegetal y dejaremos de nuevo hasta que doble su volumen (una hora aprox.) Yo he incorporado pipas de girasol para aportar un toque salado.
Mientras pasan los últimos minutos del levado encenderemos el horno a 220º con calor arriba y abajo para que vaya precalentándose y una vez dentro nuestra masa de pan, en 15 - 20 minutos estará hecha. Ya sabéis que para estar seguros de que el pan esté horneado, se ve la corteza dorada y al darle en la base del pan suena hueco.
Me encanta la forma rústica de este pan rebelde que crece de manera irregular, es algo personal, pero no me negaréis que parece recién traído del pueblo ;)
Nota: este pan queda con una corteza blanda, pero os aseguro que no os importará cuando lo probéis.