Esta receta es muy especial porque no hay nada más satisfactorio en la cocina, al menos para mí, que elaborar tu propio pan. La primera vez que lo haces te sientes super orgullosa y a partir de ahí no puedes parar de investigar y hacer otros tipos de panes.
Requiere un poquito de experiencia en la cocina, pero he tratado de hacer la receta lo más fácil posible para que todos podáis intentarlo. Necesitaremos:
- 300 gr. de harina
- 300 gr. de harina de fuerza
- 300 ml. de agua
- Sal (aproximadamente 1 y 1/2 cucharita de café)
- Un cubo de levadura fresca (25 gr.)
Lo primero será echar el agua en un bol y calentarla unos segundos en el microondas y a continuación deshacer con los dedos el cubo de levadura fresca de panadería mezclando todo bien con una cuchara o una espátula hasta que se deshaga totalmente.
Sobre esta mezcla añadiremos de una vez los 300 gr. de harina y seguidamente los 300 gr. de harina de fuerza, y por último la sal.
Con todo preparado empezaremos a amasar bien con unas varillas, bien con una espátula, poco a poco hasta que se integre todo (tarda un buen rato, así que si no tenéis mucha paciencia conseguid una amasadora/batidora eléctrica que son baratitas y os quitan mucho trabajo, pero la recompensa es mayor si se hace a mano).
Habrá que ir añadiendo un poco de agua si veis que la masa se queda muy seca y se cuartea o un poco de harina si por el contrario queda demasiado pegajosa y no se despega de las paredes.
Cuando hayamos conseguido una masa lisa y de color homogéneo, elástica y que no se pegue a las paredes del bol, enharinaremos la encimera y la volcaremos sobre la misma.
Ahora viene lo más difícil, pero seguro que le cogéis el truco enseguida: hay que bolear la masa, esto consiste en dar golpes con ella contra la encimera mientras giráis la masa hacia adentro haciendo una bola. Repetir esta operación 4 o 5 veces. Amasaremos unos 5 minutos más o menos y meteremos nuestra bola de masa en el bol enharinado para que no se pegue. Mojaremos un poco la superficie de la bola de masa y taparemos con un paño para dejar que la levadura haga su trabajo y haga crecer la masa el doble o el triple de su tamaño, para lo que necesitará una hora (pueden ser dos; dependerá de la temperatura ambiente).
Volvemos a esparcir harina en la encimera y sacamos nuestra gran bola, para amasar y quitarle todo el aire. El movimiento de amasado es sencillo, consiste en coger la masa del borde y traerla hacia el centro y así girando la masa para que se haga el movimiento en todas direcciones.
Si os habéis apañado la primera vez, intentad bolear de nuevo la masa. Si os ha resultado complicado podéis hacer rodar la masa sobre la encimera para darle forma redondita.
Con la cantidad de masa que tenemos lo mejor es dividirla en dos para que os entre bien en el horno, así que con un cuchillo bien afilado la dividiremos en dos y repetiremos por tanto la siguiente operación con ambos trozos.
Volveremos a poner harina en la encimera y con el rodillo extenderemos un trozo de masa hasta conseguir una forma rectangular más o menos. Ahora por uno de los extremos iremos enrollando hasta el final para conseguir la forma de la barra (aquí podéis ser originales y moldearla como queráis, lo he optado por la manera clásica).
Ahora nos mojaremos un poco las manos para sellar la unión de la barra y que no se nos abra durante el horneado.
Tendremos que buscar un vaporizador de agua porque nos será necesario en este punto de la elaboración del pan. Vamos a mojar con el spray las barras y a colocarlas sobre papel de horno estirado en la bandeja.
Con un cuchillo bien afilado le haremos unos cortes a lo largo de la barra (un truco que os servirá seguro es que si véis que vuestro cuchillo no está lo suficientemente afilado uséis una tijera de cocina con cuidado).
Volveremos a mojar con el spray las barras generosamente y taparemos con el paño de nuevo para que vuelva a doblar su tamaño, en días de verano con media hora en un sitio cálido es suficiente.
Precalentaremos el horno a 200 grados calor arriba y abajo y volveremos a usar el spray antes de meter las barras dentro. Durante los dos primeros minutos, cada 30 segundos tendréis que abrir el horno y con cuidado porque el calor es muy intenso, esparcir de nuevo agua sobre las barras. Sé que es un poco pesado pero cuando veáis la corteza os merecerá la pena el esfuerzo.
En el horno estará hasta que las veáis bien doraditas, en mi caso fue aproximadamente a los 40 minutos. Y este fue el resultado. Uhmm qué rico!!
No se puede apreciar en las fotos el tamaño real de la barra y sobre todo lo esponjoso y blandito de la miga, pero creedme es espectacular, nada que ver con el pan congelado que estamos acostumbrados a comprar en la mayoría de las ocasiones.
Si se divide la masa en cuatro puedes preparar panecillos; yo estos los he hecho con sésamo y amapola: